DETENTE

DETENTE
Tu no estás para saberlo, pero después de una semana de dar dos clases, tres talleres, 7 coacheos,  atender 3 hijas, un marido, dos gatos, una perra, una casa, mi cuerpo, mi mente y mi espíritu, me encontré a mi misma a las once de la noche, un viernes, exhausta.

No me mal interpretes, me encanta mi trabajo. Realmente  amo lo que hago y además me pagan. ¡Es perfecto!

Pero  mi cuerpo estaba agotado, realmente muy, muy cansado y una voz en mi me dijo, más bien me gritó.

ALTO, deja de correr, deja de hacer, deja de trabajar, deja de perseguir, deja de pensar, deja de respirar. Bueno eso, no tanto, pero si detente un momento, necesitas recapitular porque esto no  está funcionando.

Eres como un ratoncito en el laberinto. Tienes perdido el para qué haces todo esto.

Si, el PARA QUÉ, dos palabritas, que la dan sentido a la vida entera y que hacen que cambies de perspectiva completamente y puedas volver a empezar en consciencia.

Para qué trabajo, para qué soy mamá , para qué estoy con mi marido, para qué tengo mascotas, para qué salgo con mis amigos, para qué tengo una vida espiritual, para qué cuido mi cuerpo.

En resumidas cuentas, ¿para qué vivo? y desde ese para qué, me hizo todo el sentido del mundo éste escrito que saqué del muro de Martha Sánchez Navarro y que no tenía citado al autor.

Espero que como yo encuentres tus para qués, quites el piloto automático en tu vida y desde ahí vivas más consciente y feliz.

Luz y bendiciones, para que iluminen tu camino y el mío,
Elena Santos


No te acostumbres a la vida
La vida está ahí, en ese momento que te pasó de noche porque te parecía común y ordinario.
Como cuando ibas a la Universidad y te quejabas de lo pesado que era la vida de estudiante y ahora ves que tus problemas de entonces no eran nada.
Como cuando tu hijo se sube encima de ti un domingo a las siete de la mañana y tú te molestas, pero cuando es adolescente, entonces extrañas que te busque al despertar.
La vida está ahí, en contemplar las estrellas y la luna sin importar si está llena o no. En ver las montañas o en subirlas cuando tienes la osadía de hacerlo.
Está en la posibilidad que hoy tienes de pensar y decidir.
En ese ir al trabajo del que a veces te quejas pero que cuando no lo tienes, entonces, lo añoras.
La vida está ahí cuando amaneces al lado de esa persona con la que elegiste estar.
Está en los domingos que pasas en familia y te parecen rutinarios, hasta que alguien de esos seres deja de estar y caes en la cuenta que nada ni nadie es eterno.
La vida está en esas noches eternas con los amigos queriendo arreglar el mundo. En esas horas en las que hablar, reír a carcajadas o sentirte escuchado cambiaron tu estado de ánimo y dejaste de ahogarte en un vaso de agua.
Está en los besos, en los abrazos y en las miradas que lo dicen todo sin decir nada.
La vida está ahí cuando cantas sin importar cómo te escuches y cuando bailas sin importar quién te ve.
Está en tus momentos a solas, cuando descansas, y cuando te ríes solo en complicidad contigo recordando algo que sucedió, o cuando te permites llorar, sentir y conectarte con tus emociones.
La vida está ahí en el sencillo acto de respirar, moverte, hablar…
He aprendido que la clave de disfrutar la vida está en que no esperemos mucho de ella o en darnos cuenta que lo “mucho” que tanto esperamos ya lo tenemos, pero nos falta notarlo. En notar que lo ordinario es lo más extraordinario que existe.
Aunque parece que vivir es una costumbre, una de las claves de la vida para en realidad disfrutarla, creo que es nunca acostumbrarnos a ella.

Vivir es Increíble