Confesiones de una Falsificadora Renegada

Confesiones de una Falsificadora Renegada
Una de las peores angustias en mi vida infantil era el tenebroso momento en que entregaban calificaciones. No es que fuera una burra consumada, pero digamos que a veces podría haber tenido mejor desempeño, decían mis papás.  

Un mal día, me entregaron las boletas, sí las de la SEP que eran todo un documento de la mayor seriedad, con un gran 5 en rojo en matemáticas. Me acuerdo de haberlas metido en mi mochila temblando. 

¿Qué voy a hacer? Yo no puedo llegar con este 5 a mi casa.  Así, con el cuerpo del delito en la mochila y con un estrés digno de banquero, pasaron los días tratando de encontrar una solución para EL DILEMA.

Como no soy buena en mate, pero si soy muy creativa, se me ocurrió la brillantísima idea de cambiar el 5. Con una goma de esas rojas con azul, me di a la tarea de borrar el cinco. Por supuesto con la parte azul porque borraba pluma, lista la niña.

Claro que se le hizo un agujero a la boleta pero como también soy bien optimista no lo vi taaan grave y con plumón, para que se tapara el hoyo puse un 8, porque también soy  modesta y reconozco mis limites.

Sin embargo, no quedé tan complacida con el resultado y pensé que seguro mis papás me iban a cachar pero la Miss que veía tantas boletas pues no. El asunto es que ahora tenía que hacer la firma de mi mamá, que era la más fácil, para poderlas entregar.

Practiqué y practiqué y por fin quedé complacida con mi obra maestra y firmé.   Al día siguiente entregue mi boleta y la Miss vio claramente que la falsificación no era lo mío.

Por supuesto que desperté la ira de todos los dioses y la verdad que he bloqueado de mi mente como me fue, pero lo que quedó vivo en mi, fue la fobia por las calificaciones.

¿Pero que necesidad de andarlo midiendo, clasificando, catalogando, analizando y calificando todo? No hay mayor enemigo para la autoestima que andarse comparando con los demás a través de medidas que no dicen nada.

A ver,  piensa en una fresa…muy bien. Ahora ponle una calificación del uno al diez…perfecto. Piensa en un mango…bravo. Ponle una calificación. 
¿Quién ganó? ¿Te das cuenta de lo absurdo que es?

Una fresa y un mango no se pueden comparar porque son diferentes, así eres tu. Único irrepetible, es imposible compararte con nadie porque nadie ha vivido las experiencias que tu has vivido.

Deja de aterrorizarte con las calificaciones que te pones y que pones. El mundo es mucho más que un 10 o un 8 o un 4. Los niños son mucho más que su boleta de la SEP. Toma tu goma azul con rojo y borra de tu mente la absurda escala que le aplicas a todo y a todos y verás la enorme libertad de vivir un mundo sin números.

Saludos y bendiciones de ésta falsificadora renegada,

Elena Santos